Ya
la luna no debería llamarse luna y la rosa tampoco debería llamarse rosa y a ti
se te debe ser quitado el nombre.
Ya
que al jurar por la luna, no sea la misma por quien siempre jure, tampoco que
al regalar una rosa sea la misma planta que siempre repartí, y ojala al delirar
por mi amada no sea tu nombre quien mencione.
Comprendí
el dolor que deja una tal vez, y sería menos el dolor sino supiera que es un
nunca. Tan fuerte como este amor.
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